viernes, noviembre 24, 2006

Liberar es una emoción...

El fin de semana estuve trabajando en Villa Gesell y me decidí a liberar un libro allí. Lo hice el domingo a la noche, cuando ya estaba libre como el ejemplar que llevaba en mis manos. A dos horas de subirme al micro de regreso. Recorrí dos o tres lugares posibles hasta seleccionar el más apropiado. En plena Avenida 3. Lo llamativo era la cantidad de gente que circulaba a esa hora y ese día. Supuse que habría mucha menos, retornados cada uno hacia su ciudad de origen. Hasta los propios gesellinos expresaban sorpresa.

Voy a un locutorio, anuncio la liberación, vuelvo al bar/pizzería, elijo una mesa en la vereda para comer una grande y una cerveza. Aviso a la moza, mientras toma mi pedido, lo que estoy a punto de hacer, para que no se lleve el libro, indicándole una mesa vacía no contigua a la mía, en que depositaré "La celestina".

Una vez cumplidos estos pasos previos, acometo por séptima vez con una liberación salvaje "en la jungla". No pasan ni cinco minutos y se sienta una mujer próxima a los sesenta. Al principio ignora la existencia del libro en el centro de su mesa, oculto tal vez por el servilletero y aceitero. Sin embargo, ahí está, lo toma en sus manos. Lo mira y lo deja. Sólo un instante. Su curiosidad puede más y vuelve a tomarlo. Observa la tapa, ve la etiqueta, esa sencilla de librolibre, mira la contratapa y ve la otra etiqueta más extensa y la lee. Luego lo abre y descubre mis anotaciones manuales sobre lo que se trata. Eso de que no está perdido ni olvidado y que es de lectura gratuita. Ve que al final hay mas anotaciones pidiendo la liberaciónuna vez concluida su lectura. Y allí lo deja de nuevo sobre la mesa.Se nota que desconfía. ¿Pensará en alguna broma, en alguna cámara oculta? Es posible. Examina a su alrededor y no ve nada raro. Así que se tienta y vuelve a agarrarlo y esta vez lo hojea por dentro. Duda. ¿Se sentirá observada, protagonista de una burla? Ahí descansa de nuevo el libro de Fernando de Rojas.

Inmediatamente llega un hombre y se sienta a su lado. Es evidente su lazo afectivo y su similar edad. Ella le comenta lo que está ocurriendo pues lo primero que él hace es tomar el libro y leer atentamente las etiquetas y todas mis anotaciones. Las acciones se repiten como calcadas a las ya efectuadas por su compañera. Y la desconfianza persiste. No entienden bien cómo viene la situación. Dialogan y revisan el libro. Hasta que llega el momento culminante en donde quedo perplejo.

Ahora soy yo el que comienza a comprender el nivel de paranoia e incredulidad que puede surgir de un hecho tan sencillo como dejar un libro para que un desconocido se lo lleve. Y todo gracias a una actitud tan precavida, en exceso podría afirmar con desenfado sino fuera porque yo sí sé de qué se trata (me quisiera ver en su lugar sino supiese nada), minuciosa e investigativa. ¿Adivinaron ya, qué fuélo que hizo él? Es difícil imaginarlo porque es la primera vez que veo algo así. Él lo toma en sus manos, lo aproxima a su nariz y lo olfatea. Y no para saborear el perfume de las hojas nuevas de unlibro recién editado. NO. Está verificando algo. Su nariz la acerca y la aleja del libro esperando encontrarse con algo desagradable en cualquier página. ¿Qué huele? ¿Qué investiga? Y yo divago: ¿pensará que hay algún somnífero impregnado con acción retardada para dar tiempo a que lleguen a su casa y desvalijarlos? ¿Droga reseca en el papel? ¿Un micrófono oculto? ¿O será que yo soy tan fantaseoso, que ví mucho cine y él sólo quiere verificar que no tenga feo olor para llevárselo? No me parece.

Al rato llega otra pareja. La cosa sigue poniéndose interesante mientras en mi mesa ya vamos dando cuenta de la napolitana (que no es la mafia, eehh) y nos distraemos un poco de los acontecimientos detallados. Igual vemos que el tema sigue siendo ese objeto invasor que no deja de tener pie firme en el centro de la mesa, ya que todas las miradas convergen hacia él. Los nuevos parecen más escépticos ó desacreditan la versión de los hechos. Miran, palpan, relojean fugazmente el contenido y otra vez allí, incomodando en el centro.

Finalizada nuestra cena, pagamos y nos vamos, diciéndole a la moza que la llamaremos para saber si se llevaron el libro y si no, que puede llevárselo ella si lo desea. Al partir, una última mirada a la mesa, y dos de ellos que me miran con una sonrisa que delata que les han dicho que fuí yo quien dejó el libro allí.

¿Debería haberle advertido a la moza que no dijese nada? Me preguntaron si no podía yo ir a hablar con esas personas. Dije que sí. Dependía de mí. Pero no quería intervenir hasta que alguien por sí mismo se ¿arriesgue? (a esta altura ya lo pienso en estos términos) a registrarlo como cazado. Si eso ocurre alguna vez, pues creo que en el futuro me aproximaría, en una situación similar, a contarles de qué va todo esto.

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extraído de un mensaje de akahige-nide al grupo de usuarios de Buenos Aires

martes, noviembre 21, 2006

Postales de La Plata


 

Una preciosa ciudad.. con muchos beceros.. esperemos que pronto pueda haber allí, un grupo activo funcionando!!!

viernes, noviembre 03, 2006

Lectura de Poesía en Bartolomeo

lunes 06 de noviembre de 2006, 20.30 hs.

Leerán poemas los escritores Carlos Perazzi, Isabel Krisch, Julia Wong, Marcelo Juan Valenti y Norma Padra.




Coordinación del Café Literario: Daniel Grad

- "BARTOLOMEO" -
Bartolomé Mitre 1525, Buenos Aires