viernes, mayo 09, 2014

Pasajeros lectores.

Sería muy diferente titular lectores pasajeros. En este caso eran usuarios del transporte público porteño en actitud de aprovechar su traslado de un punto a otro de Buenos Aires. No cualquier libro es adecuado para leer durante un viaje ciudadano. Sin embargo, hoy viernes 09 de mayo tomé dos subtes y un colectivo, la variedad de gente leyendo todo tipo de textos fue asombrosa.

De entrada nomás cuando subí al colectivo 126 fue el primer impacto, un muchacho de unos 21 ó 22 años leía con suma atención un libro que cuando pasó de página pude ver su tapa, se trataba de "El príncipe" de Maquiavelo. Muy sorpresivo. Seguí introduciéndome hacia el fondo y encontré una mujer de unos 40 años con un Coelho en sus ojos. Se establece entre ambos una diversificación temática abismal. Logré sentarme y a la distancia descubro una tercera persona leyendo, mujer próxima a los 65 años. Cuando baja por la puerta del medio diviso que su lectura era "La sombra" de John Katzenbach.

Más tarde en una formación de la línea C del subte, una niña de aproximadamente diez años acompañada de su padre iba concentrada en la lectura de uno de la saga Harry Potter, no logré distinguir cuál. En el asiento de enfrente una solitartia joven de unos 28 años iba enfrascada con "Tokio blues" de Haruki Murakami. Ella baja y la reemplaza en su mismo sitio un entunicado hombre desprolijo con un volumen de Osho que comienza a consultar.

Se consumó la observación horas más tarde al viajar en el subterráneo E. Sentado a mi lado, un corpulento hombre que rondaba los 45 años plegaba su ejemplar para disminuir su volumen. Recién pude enterarme de su lectura cuando lo cerró para descender. Era un estudio histórico cuyo título era "Monte Chingolo", de Grustavo Plis Sterenberg. Mientras del otro lado del vagón, un escuálido muchacho que afirmaba su delgadez en el puro nervio de agitar su pierna al estilo amortiguador en calle empedrada, evaporaba con ansiedad las páginas de "El caballero y la muerte", de Leonardo Sciascia. Al saciar mi curiosidad, dedicaba mi tiempo en recorrer el segundo capítulo de "Kriminal tango" de Álvaro Abós.

Con tanto vendedor ambulante, se me ocurrió ir provisto de un par de libros listos para ser liberados y cuando vea la/él candidata/o conveniente por su tipo de lectura, entregarle uno. Sería una nueva modalidad que nunca practiqué. Habrá que ver cómo serán las reacciones de los elegidos.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

y por qué no? si en rosario un bcero lo ha hecho porqué no aquí?ç
Cuándo empieza don aka? avise
saludos de Mojarritas

Anónimo dijo...

espectacular idea aka, voy a salir de caza de lectores por las frias calles de mi ciudad y llevare algun ejemplar.
Tengo visto a un señor por la biblioteca y a una adolescente, voy a llevar dos libros y luego les cuento su reaccion. saludos de orange_cubik

akahige-nide dijo...

Me tengo que decidir mojarritas. Por empezar debo acordarme al salir de casa llevarme un libro, jeje, sino nunca lo haré. Sigo viendo cada día que uso transporte público buenos candidatos.