domingo, octubre 05, 2008
Abriendo caminos
El 20 de septiembre fue un día arrancado a la rutina. Desde las primeras horas de aquel día, los integrantes de Bookcrossing Córdoba, cronometraron sus ansiedades para llegar a tiempo a la cita: la esperada liberación masiva... Sin hacer humo, sin quemar ninguna cubierta, sin bombos ni redoblantes, sin aparato publicitario, ni sponsor para el mate, nos reunimos en un sector de la plaza principal, donde el sol se encargó desde temprano de crear un microclima importante para el fortalecimiento de la confianza. Sin ella, sabemos que es imposible llegar a objetivo alguno. Esa misma que comienza en uno mismo y desemboca en el grupo, y que lo envuelve de un halo mágico capaz de mantener encendido un clima de entusiasmo, y que se traslucía en cada uno de los que iban llegando, en Anita, en Marianro, en Jimena, en Mariana, en Pao, en Sharku, en Paula, en Ceci… hasta Mateo ladraba de alegría, se sentía como en el patio de sus sueños jugando con las palomas. Como un asombrado pasajero a bordo de una nube de entusiasmo, en una fracción de segundo, llegué hasta la Estación de la Alegría, donde se habían congregado los que no pudieron estar. Los saludé y les dije, que estaban presente lo mismo, en cada uno de nosostros, en cada gesto, en cada silencio, en cada corazón encendido de alegría por la misma causa. Cada uno es un arroyo angosto o un ancho río que aporta su caudal a un gran lago o a un extenso mar, todos hemos aportado al éxito de ésta liberación. Con la confianza en su estado más embrionario nos hicimos presente, con lo que cada uno llevaba, con lo que pudimos recolectar de amigos y conocidos, con lo que pudimos desprendernos de nuestra biblioteca, con lo poco o mucho que pudiera haber significado cada esfuerzo, comenzamos a levantar una barricada de libros como un piquete en el corazón de la nada. Elegimos una coordenada del planeta donde detectamos una arteria estresada, que necesitaba un bay pass para romper con la rutina; para sanarla, sólo podíamos hacerla inyectándole un pequeño torrente de nuestro entusiasmo, liberando los libros para que otros lean y sembrando la semilla de bookcrossing entre la gente.
Con apenas una rayita de sol por encima de un centenar de títulos y autores, hicimos dos grandes murallas, una de libros y otra de sentimientos. Para la de libros, Marianro demostró su vocación de linyera, buscando cartones en la plaza para usarlos de mantel sobre la tierra pelada, sobre las grietas de la desidia humana, sobre la memoria del cesped, sobre la sombra del pasado, sobre lo que queda... para construir algo nuevo. La muralla de libros sirvió para atraer y contener a muchas personas que circulaban por la plaza o visitaban la Feria del Libro, organizada por la Intendencia, instalada en los espacios laterales desde hacía varios días. Y la muralla de sentimientos es la que cada uno se llevó a su casa para guardarlo en el freezer como un secreto. A medida que los libros sentían el calor de la gente, parecían acomodarse en posición de vuelo como pichones ansiosos subían y bajaban en picada haciendo piruetas en el aire hasta dar con la corriente cálida de una mano amiga, que lo tomaría como prenda de libertad, al menos, quien se lo llevaba parecía irse con esa sensación...
Mientras transcurría la tarde, un remolino de aire cálido se había formado alrededor de Cecilia y sus mates, y tras los pasos de Paula, con su bolsita de galletitas y bizcochos, las palomas se encolumnaban para recoger las migajas que caían… y Jimena era un tornado de palabras como preanunciando la llegada de la primavera... y Marianro jugaba a la rayuela, saltaba como un gorrión, iba de la ansiedad a la alegría, para volver a salir de nuevo, estaba en un estado de mareo, parecía que el tiempo se le había rayado repitiendo las mismas escenas varias veces... y Sharku se reía de algún chiste de Cognini, tenía como una risa de otro tiempo... en realidad todos éramos parte de otro tiempo, porque en los tiempos que corren regalar un libro, liberarlo sin importar quien se lo lleva, es de otro tiempo, de un tiempo que no perteneció a la historia del hombre, de un tiempo que sólo pertenece a la ficción, al mundo del revés o al imaginario de Sancho... al país de los sentimientos. ..
En una sociedad donde todo pasa por el mercado, donde somos esclavos del mismo, donde la caída de Wall Street es la noticia del momento y provoca un desparramo de plumas y gallinas en las bolsas del mundo, donde 700 mil millones de dólares es parte del plan de Bush para salvar a los mas salvaje del mercado, para los angurrientos de ganancias, para los señores de la timba, para los dueños de los gallineros y nada para el hombre de la calle, ni para remendar las grietas del planeta, y nosotros, que apenas podemos decir que somos un puñado de alegría, hemos sembrado una dosis de ilusión, que no cotiza en bolsa porque la acción de liberar un libro no tiene precio, solamente lleva el sello de nuestro entusiasmo, ése que se va en cada libro al tomar un nuevo rumbo, un rumbo incierto, como en toda jungla, sin caminos ni senderos, sin puntos de referencias, donde ni la luz del sol puede ser un referente porque llega de una manera difusa, donde la salida la debemos encontrar en la misma incertidumbre, es decir, recorriendo ése mismo camino que no sabemos adónde nos lleva, pero, que gracias a la confianza que nos tenemos y al sentimiento que sembramos, somos capaces de tomar uno cualquiera y de marcarlo con nuestros pasos como referencia para los que vendrán, no digo de señalarlo como una salida, sino como una alternativa mas dentro de todas las posibilidades que nos ofrece la jungla. El mejor camino es el camino que nos lleva a sentirnos mejor. Cada uno tiene su camino, no hay caminos iguales. También, hay desvíos y atajos, lo importantes es haber elegido un camino con sus desvíos y atajos. Bookcrossing puede ser un desvío o un atajo. Pero, hoy es parte de un camino a transitar para sentir la libertad en sintonía con la libertad de los libros. Al liberar un libro lo hacemos sabiendo que una parte de nuestros sentimientos se van con él a la jungla de cemento, y nos quedamos con una parte del entusiasmo, con un pedazo de éste boleto de ida, como si fuese un cupón para canjearlo por un cubito de esperanza, como una contraseña para regresar algún día al pasado... para comenzar a soñar que algún día lo volveremos a encontrar... sí... nos volveremos a encontrar… en la esquina de la cruz del sur y la General Paz… o en la pizzería San Luis… o a la salida del Cine Cervantes… o en una mesa de Alfonsina... o en un café de París junto a Paul Newman y a Gary Cooper, con el gordo y el flaco, con el negro Fontanarrosa y Cognini, con el Che y Chaplin… festejando y brindando haber encontrado un libro liberado en Córdoba el 20 de septiembre de 2008… entonces, por qué no creer que la confianza puede devolver la alegría a la gente… y que la esperanza deje de ser un murmullo para que vuelva a recorrer las calles del mundo...
Angel Asato - Córdoba, 5 de octubre de 2008
www.angel15170.bookcrossing.com
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